En nuestro imaginario aprendido de cuentos, libros y películas, habita un oscuro personaje que , no se muy bien porqué, denominamos “la parca” , la forma humana de la muerte, un ente silencioso que oculta dentro de una larga capa y oscura capucha nuestro terror más profundo, la muerte.

La parca aparece y desaparece, aquí y allí, cargando una gran guadaña con la que siega las vidas como si fueran tallos de trigo.

Algunas leyendas cuentan que todo está escrito, que hay un libro donde constan nuestros nombres y una fecha. Cuando llega esa fecha, la parca se ponen en marcha y firme e impasible, siega la vida del desdichado que consta en la lista.

Imaginamos ese oscuro libro , con gruesas tapas de cuero negro, con incontables páginas ya pasadas e incontables páginas por pasar, aunque bien hubiera podido quedarse sin hojas en alguna ocasión.

Quizás, en alguna pesadilla, soñarías con caminar por un lúgubre y frío pasillo de piedra al final del cual dos altos candelabros con enormes y antiguas velas rezuman cera hasta el suelo, en el centro , el libro… caminas hacia el , ves las paginas abiertas, adivinas cientos de nombres y apellidos, muchos ya están tachados pero el último… aún no!

Enfocas la vista, no entiendes lo que pone , está escrito con pluma y la letra es extraña, de repente un ruido.

Alzas la vista , miras el oscuro pasillo y en la oscuridad se mueve algo más oscuro… es ella… la parca está ahí .

Pues bien pudiera contar este cuento a un grupo de niñas y niños, durante una noche de tormenta para “jugar” con el miedo.

Pero, hoy no es así, no es una pesadilla, ni siquiera un cuento, hoy en cada hospital hay un pasillo, no es oscuro , ni lúgubre, tiene baldosas verdes y fríos fluorescentes ( Que mala idea usar esa iluminación para los hospitales, ya puestos a usar luces mortecinas .”, que pongan velas negras) y al final del pasillo hay una carpeta, quizás de colores, y en ella una lista, no está manuscrita, es una impresión con toner laser de una impresora que anda cerca.

En esa lista, están escritos los nombres a los que no se va a hacer nada por salvarlos, son nombres y apellidos de personas con una, más o menos larga vida, que han vivido una guerra mundial, una guerra civil, una dictadura y esa especie de transición a la democracia española.

Algunos tuvieron grandes trabajos con grandes responsabilidades, quien sabe, igual alguno también se dedicó a hacer listas con nombres como esa.

Otros trabajaron toda su vida en fábricas o empresas, y dedicaron sus esfuerzos por sus hijos y nietos, que ahora, no están, ni estarán con ellos.

Hoy , y de hecho siempre, ese lugar se llama hospital, un lugar donde conviven las dos caras de la vida, afortunadamente si cara más visible es la de la luz y alegría por sanar, por curar, por salvar, ese es el sentido de su existencia y funcionamiento, sin embargo si cara oscura también está, a nadie le gusta estar ahí, pero no hay más remedio.

Hay muchos enfermos y pocos recursos, solo se pueden salvar a unos cuantos.

¿ A cuales?

Hoy hay alguien que decide, es su trabajo, se reúnen , se pasan datos, se evalúan y el trabajo anónimo y desconocido es hacer de parca…quien vive y quien no.

Son cuestiones técnicas, dicen, los criterios de selección obedecen a protocolos que evalúan al paciente a partir de sus posibilidades de vida, se salva a quien se valora que tiene más posibilidades de sobrevivir, con esto se salvaguarda los recursos limitados, los esfuerzos de los médicos y enfermeras.

Esto no es nada nuevo, ni se ha inventado durante esta pandemia, esto se ha hecho en todas las guerras, en todos los incendios, en todos los accidentes donde hay muchas personas y pocos recursos.

A mi, me enseñaron que cuando llegara a un accidente con varias personas heridas, el más grave era el que no gritaba, que habría que priorizar a quien ayudar y a quien no, porque pasa un tiempo, lento, desesperadamente lento, desde que llegas al lugar hasta que llega la ayuda.

Pero hoy, las listas son cada vez más largas y cada vez hay menos recursos y más cansancio.

Lo más sensato, amigos, es pues, defender a fuego vuestra salud y en la misma medida la de los vuestros y en más medida la de vuestros mayores porqué esos, son los que van a quedarse en la lista oscura y triste, porque lo dicen los criterios técnicos y los protocolos y no hay más.