Me gusta escuchar ponencias en las que la persona que va a exponer un tema empieza diciendo, “Hoy en día sabemos”, porque de alguna manera está diciendo que sustenta su tesis en el conocimiento y contexto actual, en lugar de un paradigma abstracto en contexto temporal y social.
Así que, comenzaré diciendo que, hoy en día, observo la expansión de la retórica orientada al autocuidado, estableciendo límites para hacer solo lo que está en nuestras manos, y la necesidad de enfocarnos en nosotros mismos para atender nuestras emociones, aceptar sin juicio nuestros sentimientos y así lograr una gestión emocional autosuficiente.
De alguna manera, esto es como un neo-estoicismo que nos invita a asumir la responsabilidad del autocuidado, porque sabemos que no debemos esperar nada de nadie ni crear expectativas sobre lo que nos rodea, ya que esto podría conducirnos a la frustración..
Entonces, nos enfocamos en esta estrategia, interactuando con los demás dentro de una burbuja que delimita y protege de los impactos externos. De esta forma, la respuesta a la pregunta “¿Quién cuida de mí?” es “nadie”. Nosotros somos responsables de nuestro propio bienestar, fortaleciendo las paredes de nuestra burbuja con prácticas como la atención plena (mindfulness), que actúa como un analgésico para el estrés producido por las interacciones con los demás.
Sin embargo, siempre hay personas que no comparten estos principios estoicos y creen en el altruismo, encontrando en la burbuja un obstáculo para ejercerlo. Desafortunadamente, la “sociedad espuma” consumirá toda su energía intentando reforzar y hacer más resistentes sus propias burbujas. Y en el silencio amortiguado de una densa capa de burbujas de aire, gritan: “Estoy cuidando de vosotros sin esperar nada a cambio, porque siempre pensé que también habría alguien que, mientras me consumo y me desgasto, se acercaría y me diría ‘yo cuido de ti'”.
Esta utopía, de ser posible, sería una anomalía en la que dos burbujas se fusionan, no tanto por una conversión simbiótica, sino porque la estructura casi inexistente de la burbuja del altruista es fácilmente absorbida por otra que requiere reforzar su superficie.
Quizás no sea necesariamente negativo ser una sociedad espuma, pero lo que es seguro es que si sopla el viento, no va a resistir. Entonces, ¿cómo podríamos encontrar un equilibrio entre el autocuidado y el altruismo? ¿Existen enfoques alternativos que permitan a las personas cuidar de sí mismas sin dejar de ser sensibles y solidarias con los demás?
Invito a los lectores a reflexionar sobre estas preguntas y compartir sus opiniones, experiencias y posibles soluciones en los comentarios. ¿Qué piensas sobre la relación entre el autocuidado y el altruismo? ¿Cómo podemos construir una sociedad más equilibrada y resiliente en este sentido?