Y si al final, de mi sólo quedarán unas letras sobre un papel, en ellas encerradas me encontrarás.

En la primera estaré sentado en un prado, una tarde mirando el sol, caminando solitario entre la gente de la calle, sin levantar la vista, o tendido sobre la arena de una playa con luna y estrellas dibujando sus nombres.

En la segunda me verás escribiendo con lágrimas por lo que no puedo encerrar en las letras, aunque emperrado por intentarlo.
Me encontrarías buscando mis gafas, nadando entre papeles que trato de ordenar o perdido en la ciudad, preocupado por no llegar tarde y no hacer esperar.

En la tercera estaré sentado en la cama mirándome las manos, preguntándome cuándo dejarán de temblar, sabiendo que al rato pasará,
la factura de un trabajo que rompe por dentro, cada vez que gano, cada vez que pierdo.

En la cuarta estaré riendo, con sonrisa amplia y gozando el alma, esa risa que me cierra los ojos y abre el corazón, esa que se me escapa al intentar regalar una sorpresa, que con cuidado mal envuelvo , que con anhelo dejo, sin ruido, esperando ser encontrada.

De la quinta me asomaré poco a poco, si recuerdas, junto antes de asustar anunciando las cosquillas, la pelea consentida, la estupidez enamorada, el pelo de loco, y la misma canción con diferente letra cada vez.

En la sexta me despido, siempre con un “hasta luego”, sin saber donde poner las manos, levantando la mirada, solo un momento, una sonrisa breve pero sincera, un gesto entendido, un volviendo a ser pequeño y quedarme solo.

En la séptima… un perdón, por como dice Beret “no fue sin quererte, si no sin querer”, con mi mejor camisa, mi mejor chaqueta, el olor a té, intentando adornar a un buen tipo, que está ahí , en esas letras encerrado.