Nadie está viendo tu esfuerzo, pero recuerda, la audiencia no ve el ensayo”. Esta frase puede ser tanto un bálsamo para el alma como una espina clavada en el corazón. Puedes interpretarla como un recordatorio de que el proceso importa, pero también puede ser una fuente de frustración, especialmente cuando sientes que nadie reconoce tu trabajo.

Es un buen indicador social que específicamente mi trabajo pase desapercibido, es como tiene que ser. Pero en lo personal puede ser emocionalmente devastador. La falta de reconocimiento externo puede llevarte a cuestionar tu propio valor y hace que te preguntes: “Si nadie lo ve, ¿vale la pena?”

Y aquí radica el desafío: equilibrar la necesidad de validación externa con el reconocimiento interno de tu propio valor. Es en los ensayos solitarios donde se forja nuestro carácter, donde adquirimos habilidades y donde enfrentamos nuestro propio drama. Esos momentos preparan el escenario para las “actuaciones” futuras en nuestra vida, esas que sí serán vistas y apreciadas.

Por lo tanto, si te encuentras atrapado o atrapada en la frustración de sentir que tu esfuerzo es invisible, recuerda que el ensayo es parte del espectáculo, aunque sea un acto que te toque interpretar a solas. La actuación final, por muy pública que sea, solo será un reflejo de la dedicación y el compromiso que has mostrado detrás de escena. Y tal vez, lo más importante es que aunque el mundo no esté mirando, tú sí lo estás haciendo. Y eso cuenta para mucho. Quiérete, celébrate, agradécete.