A lo largo de mi vida siempre he sido de contar con la compañía de un perro.
Su fidelidad, su esquema mental de formar una manada…

Cuentan que la simbiosis entre perro y humano empezó hace unos 12.000 años. Y en cierta manera hay que entenderla así, como una simbiosis, el perro aporta muchas funciones a la relación perro-humano, protección, compañía y hay veces que hasta consigue enseñar al humano a tirar palos.

Pero…¿Que pasa con los gatos?
Según dicen, los gatos empezaron a asociarse con los humanos hace unos 10.000 años.

El gato domesticado no tiene la misma relación con un humano como la que pudiera tener un perro.
El gato es independiente, se acerca al humano cuando quiere, y si tienes suerte, en ocasiones cuando lo llamas.
Reclama y exige tu atención cuando le apetece, ignorando si el humano está disponible o no.

La relación entre gatos y humanos se empieza a narrar mediante leyendas en las culturas egipcia, japonesa, china y escandinava.
Y esa relación siempre ha estado unida a un halo de misterio.
En mi cultura, de forma recurrente, se representa al gato acompañando a brujas, locas y lugares siniestros.

Si te cruzas con un gato negro, tendrás mala suerte.
Los grandes villanos de los dibujos animados,aparecían acariciando a un gato.
Son muchas las películas de Disney donde el gato es una figura maligna.

Probablemente sea porque el felino es uno, por no decir el mejor, depredador de la naturaleza, Tigres, Leones, Panteras, Guepardos han sido y son la pesadilla de muchas culturas.

Aunque, paradójicamente en el antiguo Egipto se le asociaba a la protección, al principio lo consideraban una reencarnación del dios Ra.

Ahora, en nuestros hogares “sentimos” una… relación “diferente” con los gatos.
Quien tiene un gato, no tiene miedos.

– Si suena un ruido en la cocina, ha sido el gato.
– Si oyes pasos en el pasillo… es el gato
– Si hay objetos que han cambiado de sitio… ha sido el gato.
-Si suena algo en la ventana y tú gato está contigo, sigue siendo el gato.

Siempre está ahí…mirándote… desde algún rincón que no ves, pero está, no lo dudes.

Cuentan que el gato, empatiza emocionalmente con el humano que le acompaña, y me gustaría enfatizar el hecho de que no digo dueño/a o amo/a, porque eso no existe entre un gato y un humano.
En cualquier caso, es el gato el que considera suyo al humano.

Decía que he constatado que el gato “conecta” con las emociones del humano y en ocasiones sintiéndote triste, viene y te sorprende, se acerca a ti, ronronea, se tumba sobre tu pecho y te aporta paz.

Pudiera ser que esta conducta llevara a los egipcios a considerarlos protectores, aunque no queda muy claro sobre que asuntos ofrece protección.

Lo de las 7 vidas, no es cierto, obviamente.
Ocurre que su extrema agilidad hace que sean capaces de sobrevivir a caídas o escapar de agujeros o trampas que parecía imposible y es posible que a lo largo del tiempo hayan habido situaciones que los humanos no hayan comprendido cómo logró escapar de algo donde lo dieron por muerto.

Esta ( la de la foto) es mi gata, la rescaté… miento, me eligió entre un grupo de gatos que no podían ser cuidados.
Llegó a casa y todo cambió, adiós jardín zen, adiós plantas, adiós intimidad ( siempre está ahí, mirando… ahora también.)

A veces, mientras estoy sentado en mi sofá, la veo ahí, fijando la mirada en … la nada. Como si viera “algo” que no soy capaz de percibir, y cuando eso ocurre … pongo la TV.

Mantenemos una relación amor/odio, pues su conducta es errática, si bien no ensucia demasiado y es buena acompañante, también muerde la cabeza a mis visitas y se mea en la maceta que año tras año intentó hacer crecer algo en primavera, rompe cosas que sabe que valoro y maúlla cuando hablo por teléfono.

Ella es mi amiga, no soy su dueño, estamos juntos y separados, yo la cuido y ella me cuida “de lo que sea”, no se cual es su misterio, pero lo percibo y con eso, me alegro de haberla conocido.