Y desde aquí verás el verdadero mundo, en su paz, en su furia, en sus días y sus noches, bajo el sol abrasador y bajo tormentas temibles.
Desde aquí, de espaldas al mundo que conoces, permanecerás hasta que un día, levantes la mirada, y donde ahora solo ves el mar, también veas en él , el valle y la montaña, el profundo abismo con sus caminos, sus bosques, sus bestias y sus ángeles que vuelan, entonces lo entenderás.

Que en este mundo, la superficie es lo de menos. Que hay más en lo profundo que lo que nadie, arriba, puede imaginar.

Que ahí, donde estás ahora, es justo la intersección de dos mundos que forman uno. y precisamente el que no ves es la cuna de todo, donde se inició el misterio.

Que el lugar donde hoy estás sentado, un día estuvo en lo más profundo, siendo otro lugar, otra vida, tan distinta que hoy nada lo puede recordar, sin embargo, algo cambió, y de las aguas emergió este pequeño trozo de tierra y desnudo ante el cielo se reinventó.

Ahora, está ahí, a tus espaldas, con todas sus cosas, las hermosas y las terribles, ignorando que solo es la parte pequeña y que un día no tubo un cielo, sino dos.

Que aprendimos a volar tanto y tan alto que olvidamos el hogar. Y seguimos mirando hacia arriba, buscando una salida, empujados por algo tan pretérito que quizás en su momento, nos empujó hacia arriba, fuera del agua , el primer cielo, y cuando encontremos otro mundo, quizás tome un sentido.

Y entonces, viejo amigo, te podrás marchar, sabiendo que el mundo cambia, que volver de donde vienes te mata, que ahora no sabes volar, pero supiste y olvidaste, que el tiempo tiene forma, que ahora sabrás sentirlo y con ello, quizás, aprovechar tu oportunidad.