Ya llueve… Hace rato que lo estaba esperando, el olor de la tierra, llamaba a las gotas y el aire lo venia anunciando.
Ahora el camino será más difícil, pero no puedo dejar de caminar.
No hace demasiado, con un tiempo como el de hoy, estaría cerca del fuego de casa… Aun puedo notar sus manos entre mi pelo, en los días de lluvia se sentía atemorizada y se me acurrucaba en busca de seguridad y juntos hubiéramos visto caer la lluvia desde detrás del cristal. Secos, seguros, tranquilos…juntos

Arrecia… Vaya ! Esto se pone peor de lo que pensaba, apenas puedo distinguir el camino. Quizás lo mejor sea buscar cobijo por aquí cerca y descansar un poco… Caminar seco y descansado es siempre mucho mejor…no… No puedo… No puedo dejar de caminar, se que es por aquí y se que se estará preguntando donde estoy… … … No se como he llegado hasta aquí…

El agua ha empapado mi pelo, ya no me esfuerzo en quitarme el agua de los ojos, ni sacudírmela de encima, es inútil, dejo que se derrame y como si fueran ríos de lagrimas, recorren mi rostro y caen al suelo… Da lo mismo, no tengo que hacer ningún esfuerzo, mi mirada es firme hacia adelante y lo que no veo por unos instantes lo intuyo.

El barro dificulta mis pasos… Si al menos el camino fuera bueno… Hay que ser fuerte, solo es un poco de estúpido barro, si está ahí es que tendrá que ser así.

No me molesta el ruido compujidor de la lluvia a mi alrededor, hace que el mundo sea más pequeño, más inmediato, como si todo estuviera más cerca, y esa sensación me hace pensar que pronto llegaré.

Creo, que más adelante hay una luz… Si, sin duda hay algo ahí, ya no tengo elección, sea lo que sea, descansaré, me tiemblan todo el cuerpo y mi orientación es nula. Si al menos conservara algo para identificarme, seguramente podrían ayudarme.

Pero no tengo nada, y no lo entiendo.

Huele bien, han hecho comida caliente para combatir el frío, me acerco a esa luz de dentro de la casa que esta junto a la vía, la misma vía que he seguido durante los últimos días… Semanas…ya no se.

A este lado del cristal, los sonidos son sordos, pero es reconfortante sentirme cerca de lo que me recuerda a mi hogar y a mi amor… No puedo soportar pensar como estará… sola, preocupada, preguntándose donde estoy…

Un anciano con un sombrero, me ha visto, y me abre la puerta… No habla mi idioma, pero al mirarme a los ojos parece saber exactamente lo que necesito.

Me sonríe, me anima, me sacude el agua del pelo fraternalmente, me acerca al fuego, me hace preguntas… Pero no puedo contestarle, solo le miro y deja de hablar…
El calor del fuego me reconforta tanto, que el cansancio que había ocultado a mi mente, lucha por salir furioso… El hombre de pelo blanco, que antes ocultaba con una gorra, me acerca un plato de comida y algo para beber… Dios mío… si pudiera darle las gracias.

Engullo maleducadamente mi plato, bebo a borbotones, sin darme cuenta, no soy dueño de mi cuerpo… Jamas había hecho algo así… Pero ahora, ya no manda la razón..manda sobrevivir.

Le muestro mi agradecimiento al hombre como bien puedo, y me sonríe para hacerme entender.

Fugazmente me he sentido bien… Pero vuelve ese pensamiento como un martillo demoledor de todos los otros pensamientos y emociones.. Tengo que seguir… Tengo que llegar…me espera… Tengo… Que seguir… Ten… go… Que… me duermo.

Me despierto asustado, ¿Donde estoy? … No lo se… Esperaba despertarme de la pesadilla… Pero, una vez más, no lo es… Es de noche…probablemente solo haya dormido unas horas… Miro por el cristal…está todo mojado…pero ya no llueve…es ese momento donde la noche cerrada se rompe con las primeras luces del alba… Cuando todo esta en calma, preparándose para empezar de nuevo.

Quiero irme, busco al anciano de pelo blanco, pero no lo encuentro…tengo que irme, me estará esperando…

Salgo de la casa, y bajo por unas escaleras hacia mi camino… La vía… Y vuelvo a andar… Detrás mio oigo un ruido agudo…unos gritos…me vuelvo y veo al anciano que con una bandera roja en la mano me grita…me asusto… No se porqué… Otros antes me golpearon , me tiraron piedras… Pero con el estoy confundido… Le miro y me preparo para correr… El me sigue gritando y moviendo los brazos… Me bloqueo…el suelo tiembla… Llega el ruido…me inunda el pánico y mi cuerpo instintivamente se encoge…

– Ha llovido mucho esta noche… Dijo ella mirando por la ventana
– Si… Y? – contestó alguien
– No se… No se porqué, pero de repente me pregunto si estará bien…
– pero… ¿De que hablas? ¿estará bien? ¿Quien?
– … Jack…contesto ella muy seca.
– ¿Jack? … Vaya… Escucha… No se a que viene esto de golpe… Fue idea tuya…estabas completamente convencida, no tuviste dudas, no las tengas ahora.
– … Ya… Ya lo se… Contesto ella sin apartar la vista de la ventana.

El tren pasó inexorable, el jefe de estación se rompió la garganta a gritos. Ni su silbato, ni sus gestos sirvieron de nada…. Esperó a que pasara el expreso sin parada en la estación 39…

Cuando volvió el silencio, y el ultimo remolino de aire se disolvió, Caminó despacio hacia el cuerpo de aquel hermoso perro, que estirado e inerte junto a la vía, mantenía la mirada al frente, siempre al frente… Nunca comprendió lo que ocurrió dentro del corazón de ella, que dijo haberlo querido, prometió cuidarlo y dejar que él la protegiera y acompañara.

En el noble corazón de aquel perro abandonado,no cabía pensar en una traición tan despiadada, fruto de la locura de una alma vacía. Su corazón daba su ultimo latido con la esperanza de seguir caminando y volver a casa… un esfuerzo inútil que se escapó en la ultima gota de un charco de sangre noble que jamas tubo que ser derramada sin una ultima caricia.

Mientras… Detrás de la jaula de las gallinas, de la granja del viejo Joseph, nació un joven cachorro, de piel blanca y suave, de fuertes y gordas patitas que buscaba ansiosamente el calor de su camada, su familia… Un cachorro que en ese mismo instante recibió la oportunidad de volver a empezar, su ojos se abrieron hacia el mundo húmedo y luminoso de ahí fuera, y su mirada era inconfundible, siempre al frente, siempre hacia adelante.