Estoy totalmente convencido de que una de las claves para la gestión de nuestro presente y futuro, pasa por descubrir un nuevo sistema de interrelación entre los seres humanos y las formas de cooperación entre ellos.

A lo largo de la historia hemos experimentado con muchas formas de gestionar nuestras vidas de forma colectiva, desde un punto de vista organizativo hemos pasado por grupos patriarcales/matriarcales, por civilizaciones religiosas, por el feudalismo, el comunismo, las monarquías, las dictaduras ( aunque tengo dudas si esta ha sido alguna vez una elección colectiva), las democracias y ahora el liberalismo democrático y otros muchos “ismo” que mi ignorancia no me permite relacionar.

Desde un punto de vista religioso, a lo largo de la historia, hemos experimentado con otras tantas formas de gestionar nuestro “sentir interior” de forma colectiva, paralelamente a la organización en que nos hemos ido desenvolviendo, desde el antiguo animismo donde adorábamos a piedras y árboles, pasando por el cristianismo, el islamismo, el judaísmo, el politeísmo y el budismo y otros tantos “ismo” que ignorancia probablemente aún no conozca.

Si un cristiano realiza una buena acción y conduce sus decisiones sobre las normas que si Dios le dictó , no matarás, no robarás… Es porque tiene la confianza de que cuando se acaben sus días, tendrá un lugar en el cielo. Exactamente igual que un musulmán pasa hambre durante el ramadán, o un Amish renuncia a una transfusión de sangre para salvar su alma. Esa es una forma de confianza a la que hemos llamado “fe”.

Y desde el punto de vista emocional, el más importante quizás, pasamos de la filosofía griega que consideraba las emociones como distorsión de la razón, por el onanismo romano, y culturalmente moldeamos nuestro “sentir del corazón “, desde un profundo desconcierto y desconocimiento.

Nos rendimos al amor a partir de otras normas que jamás lo comprendieron.

El amor, es confianza en esencia pura, la connivencia de dos personas para compartir su experiencia en vida juntos, se basa totalmente en la confianza.

Toneladas de tinta se ha vertido en la literatura sobre el amor, su romanticismo y su drama, innumerables obras de teatro, cine, de pinturas, de canciones y poemas hablan del amor.

Y es que cuando se traiciona al amor, cuando se rompe esa confianza, en nuestro “sentir” se produce una de los impactos más violentos en nuestras estructuras emocionales.

Contaba Eduard Punset , en su libro, viaje al amor, que cuando se produce una ruptura en una pareja, el cerebro encuentra la única emoción conocida en sus registros para hacerle frente, y ese torbellino de sensaciones de inseguridad, de desamparo, de tristeza y soledad, de incertidumbre, de no saber si poder continuar adelante, la conocemos en el momento en que nuestros padres nos dejaron llorar solos en nuestras cunas cuando apenas acabábamos de llegar al mundo. Sentimos exactamente lo mismo cuando nuestro amor nos traiciona.

Hoy por hoy, la “confianza ” de dos personas para unirse románticamente, se ha reformulado hacia a mirar el leído del Whatsapp, a si está constantemente en línea en Facebook, al número de likes en instagram, a contratos prematrimoniales de fidelidad, a espionaje tecnológico, a profesionales de investigación privada, a concursos de televisión donde se somete a parejas a ver quién se va a mantener fiel y quien no… Hay quien vería en todo esto, un declive en la forma en que dos personas deberían confiar el uno en el otro más allá de la colaboración inventada, si no en la creación de familias o parejas con un proyecto de vida común.

Ese ansiado y necesario nuevo sistema de cooperación entre seres humanos, en realidad ha sido y será siempre el mismo, solo que aún no hemos sido capaces de visualizarlo de la manera correcta para darle la importancia que tiene y dotarlo de una nueva entidad colectiva.

Según Yuval Harari, este sistema, es el que ha permitido que millones de personas desconocidas estén de acuerdo en cooperar unos con otros siguiendo las mismas normas inventadas y colectivas, como explica en un ejemplo, sería muy difícil comprender a un orangután, porqué un hombre se lleva un buen racimo de plátanos a cambio de un pequeño papel de color verde, que en realidad no sirve para nada.

Lo mismo ocurre con las religiones, ya entre nosotros, nos cuesta mucho comprender, y mucho menos confiar, en quien practica determinadas formas de fe, como la de los judíos ultra ortodoxos o los Amish o el histórico odio entre cristianos y musulmanes y , en realidad todo aquello que sea diferente a nuestra propias creencias culturales .

Sin embargo, todas y cada una de esas actitudes colectivas se basan en un único valor, que tiene una dimensión personal y una dimensión colectiva, y ha estado con nosotros desde el primer momento de la historia.

Se llama “confianza”.

Y , a fecha de hoy, hemos convenido definirla de esta manera:

“La confianza es una hipótesis sobre la conducta futura del otro. Es una actitud que concierne el futuro, en la medida en que este futuro depende de la acción de un otro.”

Si cuando te doy un papel de color verde, que no sirve para nada, a cambio me das de buen racimo de plátanos, tú tienes la confianza de que con el papel que te he dado, vas a poder cambiarlo de nuevo por la ropa que necesitas, el sistema toma toda validez y sentido.

Pero para un orangután o un perro salchicha no tendría sentido , solo aprenderían un acto causal y actuarían, más bien, por una respuesta acción-recompensa.

Sin embargo, ellos, los animales, también se comportan en base a la confianza.

Todos ellos, y nosotros, actuamos basándonos en hipótesis de que las cosas sucederán de un modo o de otro con mayor o menor seguridad.

Cuando la confianza es absoluta e invariable, lo llamamos “conocimiento”.

Las leyes físicas que nos envuelven, en nuestro entorno, siempre se comportan de la misma manera, y no tenemos que ir a la escuela o tener que tener fe, de que si suelto de mi mano una manzana, esta caerá al suelo y se quedará ahí. Nuestra expire manta ion individual con las leyes físicas nos muestran cómo se comportan las cosas de una forma invariable, de ahí que las llamemos “leyes”, aun así descubrimos el mundo y su física agarrados fuertemente a la confianza, y la ciencia somete a los fenómenos que es capaz de observar o medir a un método científico que pruebe que va a seguir produciéndose el mismo efecto o comportamiento en todas las condiciones y variables que le es posible hacerlo , si finalmente el fenómeno se comporta siempre igual, la ciencia le da confianza y le dota de una consistencia teórica que permite al resto de seres humanos “confiar” en ese fenómeno para encontrarle un uso en el ámbito practico.

La diferencia entre “saber” y “confiar” es que la confianza es más flexible ante el conocimiento, de ahí que la mecánica cuántica, nuestro barco insignia en la ciencia, haya aprendido a observar basándose en la probabilidad y no tanto en la certeza, así que la ciencia ha aprendido a reformular su forma de confiar en las leyes del conocimiento a observar los fenómenos y a alejarse de la comprensión de la mayoría de la gente. Luego veremos porqué.

Se trata de dar más vueltas sobre la idea y el concepto de la confianza, como valor, como actitud, como emoción.

El presente y el futuro que nos espera debe reformular la confianza en una nueva dirección:

En el ámbito económico, actualmente la economía se basa en la deuda, el banco te da dinero porque confía en que se lo devolverás , eso sí, junto a los intereses por habértelo dejado.

El sistema económico basado en la deuda , está a punto de colapsar, otra vez, porque las evaluaciones de los sistemas financieros para otorgar deuda a sus clientes, no contemplaron que una pandémia hiciera que los países del mundo dictarán leyes que ordenaran a que la gente no fuera a trabajar y en consecuencia, ni particulares, ni empresas generarían el dinero que ellos esperan cobrar.

Los sistemas financieros basados en la deuda, es decir… todos, están muertos de miedo porque este escenario no entraba en sus planes, y presionan furiosamente para que cambien las cosas , cuanto antes, para que vuelva la “normalidad “, eso sí, probablemente en todos los futuros contratos financieros aparezca la palabra “pandemia” en algunas de sus cláusulas, que convendría leer y estudiar.

Pero mucha atención , ya en 1992, nació un sistema de gestión económica totalmente diferente, se inventó la criptomoneda, un sistema de redes descentralizadas que gestionan transacciones basándose en la unanimidad de la confianza de cada nodo independiente, suena extraño si, es una disrupción que ha llegado para quedarse, sin embargo la variable, sigue ahí, la confianza reformulada, lejos del control de gobiernos, bancos y oligarquías económicas.

En el ámbito político, la gestión de esta grave crisis por el COVID19, ha costado y seguirá costando decenas de miles de muertes, la gestión económica de los países orientada a la salud pública, nunca fue una prioridad, los recortes presupuestarios que en el año 2008 se hicieron en España, probablemente hayan facilitado el colapso de la sanidad pública en muy poco tiempo, la falta de profesionales y material, fruto de esos recortes, deben sumarse a las causas de esas tristes y dolorosas cifras.

Finalmente, y aunque cada día a las 8 de la tarde la gente salga a los balcones a homenajear a los profesionales de la salud, mucha gente haya perdido confianza en el sistema, por lo que ha experimentado por sí misma , por lo que le ha contado internet , por las estadísticas y porque sus vecinos no pudieron despedirse de la abuela coco.

Ir a un hospital hoy en día genera mucha angustia, porque aunque la ciencia médica a avanzado increíblemente en sus investigaciones, la puesta en práctica de esos avances ha quedado en entredicho, por un lado porque solo ha tenido acceso las élites de las clases existentes y por otro, porque tampoco les ha servido de mucho a ellos.

Así que… Quizás haya que aplaudir menos y usar la democracia para que la salud pública y universal que existe aquí, esté mejor preparada a lo que pueda venir y que a bien seguro vendrá.

Profesionales bien formados, bien remunerados y a la par comprometidos a su juramento de salvar vidas, sea de la clase que sea.

Y acabo, la confianza debe trabajarse desde la llegada a la vida, si en África los niños que pasan hambre son capaces de sonreír ante una maltrecha pelota, probablemente es porque no existen cunas y al llegar al mundo no se separan del calor materno durante la mayor parte del tiempo, unidos en el sufrimiento, pero abrazados, juntos, sin soledad, confiando el uno en el otro, más allá de toda duda.

Así que menos cunas y cochecitos y más abrazos, no os vayáis a cansar.

Y ahora vamos por un peso pesado del problema. Las escuelas… justo cuando empezamos a socializarnos, la confianza brilla por su ausencia.

Una enseñanza basada en la competición, “Quien saque mejor nota en el examen será premiado”, ” los mejores cualificados a final de curso, Irán de viaje a Nueva York”… así se premia a quien tiene mejor habilidad para recordar, y aprender.

Nunca un examen puede demostrar que hayas aprendido nada, la habilidad se demuestra haciendo, no contestando preguntas.

Hay una enorme cantidad de estudiantes universitarios cuya única habilidad es aprobar exámenes por memorizar gran cantidad de información a corto plazo y con ello, una titulación que “avala” su cualificación, que luego, y muy importante, por la desconfianza de las empresas en los puestos de trabajo que se les ha dado, se someten a la realidad de sus acreditadas habilidades y caen por su propio peso, y en el caso de ser miembro de la clase de élite, los ponen a dirigir departamentos sin ningún tipo de habilidad de lideraje o de resolución de problemas, así que , tanto unos como otros, tienden a rodearse de la mejor gente que pueden encontrar, crear un staff, y que sea el equipo quien resuelva los problemas y eclipse su incompetencia.

Y eso es exactamente lo que hay que hacer, solo que son los incompetentes haciendo como que lideran.

La especialización es una cuestión natural, uno se encuentra bien para hacer deporte y jugar bien al fútbol , otro se descubre escribiendo poesía y otro formulando teorías matemáticas.

Debemos crear individuos especializados en sus habilidades naturales, para luego conformar equipos con lo mejor de cada ámbito que colaboren juntos en confianza sobre un proyecto común.

El bulling, sigue siendo una realidad en las aulas, y la incapacidad de los profesionales, de los centros, de la administración para erradicarlo, crea grandes traumas individuales en gente pequeña que se despierta por la mañana y se pone a temblar con solo pensar en que sus padres y familia lo/la van a obligar a meterse en ese lugar de mierda, llena de subnormales que van a actuar con impunidad sobre su autoestima.

¿ Cómo vamos a confiar que el aprendizaje, evolucione en una línea diferente?

El confinamiento por el COVID19, ha provocado que cada alumno pueda aprender a su ritmo, que el profesor pueda dedicar la atención directa a cada uno de ellos.

Ha provocado que para aprender, que no memorizar, solo hace falta una fuente de conocimiento, si no hay “ruido” alrededor el aprendizaje es verdaderamente óptimo, si no hay que luchar físicamente para mantener la diagnosis en una aula, se puede destinar toda esa energía en la confianza de que aprender es una necesidad.

Hay muchas lecciones que han quedado a la vista, con esta crisis mundial, todas ellas son oportunidades para hacer las cosas de una forma diferente, puede que mucho mejor… Pero lo triste, lo más triste, es que nadie va a recogerlas, porque ansia volver a la antigua “normalidad”, volver y abrazar todos los párrafos que os he dejado aquí encima.

Ojalá alguien confíe en verlo como yo , y apostemos por trabajar en un nuevo cimiento empezando por reformular ” La confianza”.